EL JOVEN RICO
«Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios».
Hoy, como a lo largo de la historia de la humanidad, el hombre tiene deseos de felicidad, de encontrar la vida verdadera. En lo profundo del corazón, nos damos cuenta de que no basta con realizar lo que todos hacen sino que es necesario corresponder a la grandeza de lo que hemos recibido. Pensemos en cuántas veces Cristo ha salido al paso de nuestras vidas para poder corresponderle con generosidad.
El Maestro, en este pasaje, mira con amor al joven. No es difícil sentir la mirada amorosa de Cristo. Es necesario dejar que sus ojos penetren hasta lo más profundo del alma. Sólo de esa manera se le puede corresponder. Por el contrario, se le daría una respuesta incapaz de durar en el tiempo, sin profundizar en las consecuencias positivas que trae el responderle a Dios con generosidad.
El joven se fue triste. Poseía muchas riquezas y Cristo le pedía todo. Pensaba que tenía que elegir: Cristo o sus cosas. Pero ya antes Cristo lo había elegido con su mirada amorosa. Imaginemos lo que Cristo proyectó para su vida. Quizás, habría sido uno de los discípulos, pero prefirió sus planes y hoy no sabemos ni siquiera el nombre de aquel joven.
Cristo respeta nuestra libertad, escucha nuestros planes, nos mira con amor, nos invita finalmente a seguirlo, pero nos fuerza en absoluto. Él espera nuestra respuesta.
El Señor sigue pasando a lo largo del camino y no se cansa de invitar, el quiere nuestra felicidad, le entristecen nuestras preferencias por las riquezas y apegos a los bienes materiales. Ayudemos a los demás a centrarse en Cristo, no en lo material y caduco que nos ofrece el mundo.
Mi Propósito
Analizar mi vida para ver si hay algo que vale más que Dios. En mi oración personal le pediré a Cristo la gracia de aceptar si voluntad en mi vida y de darle el primer lugar.
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